1.
Que haga su trabajo con
alegría, que se ría o por lo menos sonría y que favorezca un ambiente
agradable de clase y brinde confianza
para aprender.
2.
Que sea esperado con gusto y
expectativa, no con aburrimiento y desgano. Que su clase sea una fiesta y no
un discurso de nunca acabar.
3.
Que no improvise y que
programe; que no pierda su espíritu de aprendiz, que todos los días llegue con
algo nuevo. Que sorprenda y se sorprenda.
4.
Que utilice los medios y la
metodología adecuada para enseñar. Que
entienda que cada clase es un reto y
debe ser distinta aunque la haya "dictado" muchas veces.
5.
Que sea exigente y firme,
pero no “tirano” , que entienda que el respeto se gana con autoridad y no con
terror. Que primero se gana el respeto,
luego la admiración y después el cariño.
6. Que con su enseñanza
construya personas y mejores ciudadanos, que no instruya simplemente o no
repita lo que ya viene en los textos.
Que entienda que es más valioso educar que repetir nombres, fechas,
fórmulas o teorías.
7.
Que establezca comunicación
con sus alumnos y que los conozca. Que
facilite el acercamiento.
8.
Que llame al alumno por su
nombre, que no utilice el apodo o la frase despectiva para referirse a él; que
sepa que sus palabras dejan huella para toda la vida.
9.
Que sea justo y objetivo a la
hora de evaluar y que entregue a tiempo los
resultados y no se moleste cuando estos se le piden.
10. Que no olvide que trabaja con seres humanos que creen en él y en su ejemplo de vida.
11. Que cuando pregunte por mi
hijo no me evada ni se disguste; y entienda que mi tiempo es tan valioso como
el suyo.
12. Que sea feliz con lo que hace. Esa es la clave.
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